VISITAS

lunes, 10 de noviembre de 2014

Día 4: Llanes - Oviedo


Mañana: Llanes - Arriondas




El día empezaba temprano. Nos esperaba la que creíamos sería la mejor ruta de todo el viaje. Estábamos en Asturias y nos íbamos a sumergir en los Picos de Europa. Mucha gente hablaba maravillas de esa zona en la que nunca habíamos estado, así que teníamos muchas ganas de empezar la ruta. Una vez desayunados y vestidos, la aventura no podía empezar de mejor manera que con las vistas que había desde la habitación del hotel en Llanes.





Nos pusimos en marcha para empezar el ascenso a esas preciosas montañas camino de Unquera, y el único momento en que utilizamos la autovía, ya que ese mismo recorrido por la N-634 lo habíamos realizado el día anterior para llegar a Llanes. Poco que contar de un trayecto de autovía... Solamente reseñar la majestuosidad de las montañas que nos esperaban.




Una vez incorporados a la N-621 empezaba la auténtica ascensión a esta cadena montañosa que no te defrauda en ningún momento. Pasado el pueblo de Panes, la carretera se va cercando por las montañas. Estábamos sumergiéndonos en el Desfiladero de la Hermida. Se podrán decir muchas cosas de esa zona, pero creo que lo mejor es vivirla en primera persona y disfrutar de esa sensación uno mismo. Así lo hicimos...








No nos podemos olvidar de un acompañante durante todo el Desfiladero de la Hermida, el cual contribuía a que el paisaje se engrandeciera. Ese compañero era el Río Deva. Nos gusta mucho el mar, pero con un poco de agua también nos conformábamos 




Una vez pasado el Desfiladero de la Hermida, continuamos por esa carretera espectacular que es la N-621 hasta llegar a Potes. Una parada "nicotínica" para el conductor... y una charla para describir un poco esa sensación que nos había producido pasar por un paraje tan bonito. Y sólo había empezado el día...

Continuamos nuestra ascensión rodeados por un paisaje que se podría definir como la "Naturaleza absoluta". Verde, verde, más verde... y el gris del asfalto. Como uno se puede imaginar, y desde mi corta experiencia, la ruta imaginable para un motero. Nuestras miras estaban puestas en un mirador al que teníamos muchas ganas de retratar: el Puerto de San Glorio.







Y un poco de la ascensión en movimiento, conquistando el Puerto de San Glorio.




Qué decir de semejante espectáculo de lugar. Además, y siendo domingo, nos encontrábamos solos ante tal panorama. Todo un lujo recomendable hasta para el que no le guste la montaña. Y ya dijimos que nos gusta el mar, pero ese lugar es indescriptible. Teníamos muchas esperanzas dado que mientras confeccionamos la ruta, vimos muchas fotos de moteros en ese lugar. Sentíamos envidia de no tenerlo más cerca para disfrutarlo. Por fin estábamos allí y nos tocaba a nosotros. ¡¡¡Hay que vivirlo!!!











Y, por supuesto, las vistas desde el mirador. Al vídeo no le he puesto sonido para que se intuya la tranquilidad que reinaba en el lugar.




La mañana estaba dando mucho de sí, pero todavía nos quedaban muchos kilómetros por recorrer. Así que otra vez en marcha para seguir disfrutando de esas montañas maravillosas, y de la carretera, que no tenía desperdicio alguno. 

La siguiente parada sería Riaño. Como había ocurrido con San Glorio, también teníamos muchas ganas de visitarlo, ya que habíamos visto muchas fotos en internet. La ruta por la N-621 no decepcionaba y disfrutábamos como niños con zapatos nuevos.




Habíamos llegado a Riaño. Y, como teníamos en mente, otro lugar por el que hay que pasar obligatoriamente. Los que sean de la zona podrán decirnos que hay sitios mejores. Pero de lo que nosotros habíamos visto... de lo mejorcito. 







Después de la parada de cortesía para fotos y vicios... cambiamos la N-621 por la N-625. Nos encontrábamos con el Puerto del Pontón y empezaba nuestro descenso en busca de los tan famosos Lagos de Covadonga. Pero antes tendríamos que circular por la N-625, atravesando el Desfiladero de 
los Beyos . Otra maravilla que nos estaba permitiendo disfrutar esa mañana soleada por Asturias. ¡¡¡Incluso el ganado salía a la carretera a darnos la bienvenida!!! Y, como buen desfiladero que se precie, también teníamos otro acompañante de los que nos gustan a nosotros: el famoso Río Sella.




Una vez disfrutado del Desfiladero de los Beyos, nos encontrábamos cerca de Cangas de Onís. Era domingo y el pueblo estaba abarrotado de gente. Mi ruta decía que teníamos que atravesarlo para poder llegar a los Lagos de Covadonga, así que con paciencia pudimos sortear el tráfico y la gente. 
era domingo y se notaba. La gente iba muy bien vestida jeje

Pudimos acercarnos hasta la Basílica de Santa María de Covadonga, e incluso sacar alguna foto sin demasiada gente a sus puertas, pero la verdad es que había mucha gente. ¡¡¡Más que en Cangas de Onís!!! El Santuario (Santa Cueva) lo fotografiamos desde la carretera que da acceso a la Basílica, aunque lo que queríamos era ver los famosos lagos. Así que nos fuimos en su procura.









Estábamos impacientes por encontrarnos con esos "charcos" detrás de una montaña y la carretera de acceso a ellos era divertida, pero el tráfico hacía no poder disfrutarla como queríamos. Pero tampoco importaba en demasía, ya que la mañana nos había brindado un día excepcional rodeados de lugares para volver. Además, el ganado tampoco ayudaba a que uno pudiese estar tranquilo del todo ya, que en algún lugar, llegaba a invadir la calzada a sus anchas. Poco a poco, intuíamos que estábamos cerca, hasta que apareció el primer lago y nos quedamos alucinados con el lugar.












Los Lagos de Covadonga en movimiento:




El estómago empezaba a pedir un relleno y eran horas de comer, así que nos dirigimos a Arriondas, donde nos habían recomendado comer en un chiringuito donde habitualmente paraban muchos moteros. Así que nos dirigimos al lugar, y a la llegada se encontraba un buen números de los mismos degustando las especialidades de la casa. La atención fue rápida y muy satisfactoria. Sobre todo el comerte un buen bocata acompañado de una cervecita debajo de una sombrilla en el jardín que tiene delante. ¡¡¡Qué calor hacía!!!





Tarde: Arriondas - Oviedo




Tras una buena comida nos proponíamos iniciar la marcha de nuevo, pero llegaron unas pequeñas dudas. El calor, el cansancio y la sobremesa hacían que la pereza hiciese acto de presencia. Nuestra idea era visitar la Playa de Gulpiyuri, la cual es inusual debido a que parece un pequeño lago rodeado de rocas, pero es una playa con sus mareas como otra cualquiera. Las rocas impiden ver el mar en todo su esplendor, de ahí su encanto. Las dudas empezaron debido a que si hacíamos dicha visita, teníamos que desplazarnos en el sentido contrario de nuestra marcha, así que decidí que iba a quedar para otra ocasión.

Pero tan pronto veo la primera rotonda que nos indicaba el pueblo para ir hacia dicha playa, me incorporé a la autovía para que el trayecto se hiciese más corto y nos dirigimos a ver ese capricho de la naturaleza. La verdad que no me hubiese perdonado no haber ido por culpa de la pereza. La mañana había sido muy productiva, así que la tarde la usaríamos para avanzar hacia nuestro destino nocturno sin hacer paradas excesivas. Solamente retrataríamos lo que nos encontrásemos de camino. Además la cámara estaba con  muy poca batería, ¡¡¡ qué raro!!!






Después de un poco de trail, ya que el acceso a la playa está un poco "reventado", ponemos rumbo hacia Ribadesella, famoso pueblo por el Descenso Internacional del Sella en canoa. Comentar de nuevo que esta tarde la dedicamos a disfrutar de la costa asturiana, sin hacer excesivas paradas.







La costa asturiana no tiene nada que envidiar a ninguna del Cantábrico. De hecho, todas las comunidades cantábricas tienes características muy comunes con las otras. De esta forma, proseguimos el camino para disfrutar de esa belleza. La N-632, al igual que su hermana la N-634, también ofrece buenas vistas mientras uno la recorre. A la altura de Colunga nos encontramos la desembocadura del Río Espasa, como el famoso diccionario que creo que todos los de mi generación tuvimos de pequeño. ¡¡¡Qué recuerdos...!!! 





El siguiente destino era un pequeño pueblo marinero llamado Lastres. El pueblo queda sobre un pequeño acantilado, y cuenta con una playa en el acceso al puerto pesquero que, cuando subre la marea, nos daba la sensación de que desaparece. De momento, y siendo finales de septiembre, todavía había gente disfrutando del sol en ella. Damos fe de que el día era para estar en la playa.








Después de esta mini-parada, seguimos hasta la Ría de Villaviciosa, la cual pasamos de largo. Nos da la sensación de que nos hemos perdido muchas cosas buenas, pero las decisiones fueron tomadas de esta manera y tampoco nos arrepentimos, ya que disfrutamos mucho sobre nuestra "Bicha" recorriendo kilómetros sin parar. Seguimos recorriendo la costa asturiana hasta llegar a Gijón. Problema: domingo en una gran ciudad con un día de verano... Muchísima gente por todos lados. Así que nos paramos en la punta este de la Playa de San Lorenzo. Nos quitamos la chaqueta, pedimos un helado en un chiringuito y nos refrescamos un poco a la sombra de un cartel. 






Aunque esa tarde la dedicásemos a avanzar sin parar en demasía, un lugar que no queríamos perdernos era el Cabo de Peñas. Emprendemos la marcha bordeando la citada playa. Nos incorporamos a la AS-239, la cual nos llevaría hasta el Cabo de Peñas pasando por Candás y Luanco. Por cierto, de Luanco me habían hablado a las mil maravillas, pero también decidimos pasarlo de largo. La ruta iba haciendo mella en nosotros y cada vez quedaban menos fuerzas, así como las ganas de llegar a casa después de 9 meses sin ver a la familia. Y bien, una fotillo en Candás y otra de Luanco a lo lejos es el recuerdo momentáneo que nos llevamos de dichos lugares.





Y, como quien no quiere la cosa, llegamos al Cabo de Peñas. Muy recomendable visitarlo, sobre todo si podéis hacerlo al atardecer. Hay un faro que señala dicho cabo y un bar con una amplia terraza para disfrutar de un refrigerio con vistas a los acantilados y al Cantábrico. 







El día y la ruta llegaban a su fin. Así que pusimos rumbo hacia Avilés y de allí a Oviedo, donde haríamos noche. El día, y desde luego la mañana por los Picos de Europa, había sido espectacular. Así que solo podemos decir que volveremos. De todas formas, la costa asturiana nos despidió de la mejor manera posible, con un precioso atardecer. 




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