Mañana: Cadaqués – Castellolí
Al igual que en cualquier viaje,
vacaciones y, en definitiva, todo en esta vida, siempre hay un final. Y el de
nuestra peripecia también se acercaba.
Como casi siempre en nuestros
viajes o pequeñas salidas en moto, la última jornada consiste en una mera
transición hasta llegar a casa. El calor volvía a hacer acto de presencia, se
notaba el clima mediterráneo, por lo que nos adentrábamos un poco en la
comunidad catalana buscando “la fresca”.
Nuestra intención era hacer una
pequeña visita a la Abadía de Montserrat (Barcelona) antes de comer, por lo que
decidimos hacer una ruta bastante directa.
Para ello, debíamos atravesar la
comarca de “El Moianés”, de reciente constitución y con una carretera, la
N-141c, muy divertida en alguno de sus tramos.
Poco a poco, si iba vislumbrando la
Muntanya Montserrat, donde está “incrustada” la famosa Abadía.
La carretera que da acceso a la Abadía
desde Monistrol de Montserrat (Barcelona) es un lujo para el motero. Lo malo es
que suele estar muy transitada por los turistas que visitan el lugar.
Una vez arriba, pedimos permiso a
una de las personas que mantienen el acceso ordenado de vehículos a la zona
para hacer un par de fotos y dejar la moto un poco “en medio”. Fue muy amable y
no puso impedimento alguno.
Como no pensábamos que hubiese
tanta gente, y como me pongo un poco “tontuco” cuando me aprieta el calor, la
artillera asintió cuando le dije de continuar.
De allí, decidíamos continuar sin
un punto fijo donde comer. Además, no podíamos cerrar el viaje sin mi último
encontronazo con la tecnología. Aunque asumo un 10% de la culpa, el GPS también
ponía su granito de arena para despedirse.
Finalmente, las aguas fueron a su
cauce y en Castellolí (Barcelona) hacíamos la parada de repostaje estomacal.
Tarde: Castellolí – Vinaroz
Y sin más dilaciones, después de
3700 kilómetros aproximadamente, el tramo restante era un simple trámite hasta
llegar a casa.
La artillera se permitía el lujo
de guardar la cámara y relajarse un poco sin la necesidad de realizar fotos.
Solamente me queda indicar que la
C-37, desde Igualada (Barcelona) a Valls (Tarragona) es una auténtica gozada,
recomendable para hacerla en moto porque es divertidísima.
Y aquí concluye nuestra peripecia
tras una multitud de encuentros con gente a la que queremos y una aventura a
través de las montañas que nos separan de nuestro país vecino.
Un saludo de Estefanía y Pedro.
Nos vemos en la siguiente.
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