VISITAS

lunes, 7 de marzo de 2016

Día 16: Ax-les-Thermes - Cadaqués


Mañana: Ax-les-Thermes – Céret




¡¡¡Se acaba lo bueno!!! Último día recorriendo los Pirineos.

Comenzaba el día despidiéndonos de nuestros amigos alemanes y deseando volver a vernos por cualquier carretera del mundo. Aunque a ellos les gusta bastante el “off-road”, y a mi más el asfalto. De todas formas, me dieron un correo electrónico por si alguna vez me paso por Alemania.




Dispuestos a coronar los puertos previstos para ese día, y con el depósito recién lleno, emprendíamos el camino.





Esta jornada matutina iba a transcurrir por carreteras estrechas. Los puertos que tocaban no eran tan conocidos como los visitados anteriormente.




Aún así, los paisajes de esos parajes no decepcionaban en ningún momento.





Y llegaba el primero del día: Col de Pailheres (2001 m).




El día era soleado, pero a esas alturas, nos tocaba sufrir un viento bastante fuerte. No se puede tener todo en la vida.




El descenso de este puerto se hacía un poco complicado. La sucesión de curvas cerradas con aquel viento nos hacía circular con mucha precaución. No era día para despeñarse.





A la altura de Mijanès (Francia), agradecíamos estar más protegidos y continuar la ruta sin tantos riesgos. Aún teníamos que volcar el agua del Cantábrico.




Desde allí hasta Puyvalador (Francia) circulábamos por barrancos increíbles que nos parapetaban del viento.





Aún nos quedaban unos cuantos puertos, y el siguiente no tardó en llegar. Sin hacerse muy notorio, allí estaba: el Col de la Quillane (1714 m). La verdad es que sí vimos el cartel que marcaba su ascenso, pero ni nos enteramos al pasar por su cima.




La carretera había mejorado, en lo que a amplitud se refiere, pero a la altura del Lago de Matemale volvíamos a sufrir el fuerte viento que hacía que el lago, en vez de parecer eso, pareciese un pequeño mar embravecido.




En las cercanías de Mont-Louis (Francia), debíamos desplazarnos un poco de la ruta lógica para llegar al siguiente puerto: el Col de la Perche (1579 m).




En este lugar nos dábamos cuenta que estábamos dejando atrás las grandes cumbres de los Pirineos. Los pueblos ya eran más grandes, con más circulación en las carreteras, y se perdía ese ambiente rural tan típico. También se notaba por que las llanuras eran más extensas entre montaña y montaña.






Aunque estos lugares te sorprenden en cualquier momento, y parece que estás retrocediendo sin quererlo.






Pero no nos equivocábamos demasiado. En Villefranche-de-Conflent (Francia) nos encontrábamos con una fortaleza a orillas del río, donde eran más abundantes las autocaravanas  que los turismos. Síntomas de un turismo más masificado.





Continuamos por la N116, hasta Bouleternère (Francia), donde comenzaría nuestro tramo final en lo que a puertos de montaña se refería.




A partir de allí, la carretera se hacía bastante estrecha, con un asfalto regular y muy revirada.




Después de un infinito de curvas retorcidas, llegábamos al siguiente: Col Fourtou (655 m).




El periplo empezaba a hacerse cansado. Estábamos avanzando más de lo esperado para esa mañana. Habíamos decidido terminar con la “zona de montaña” antes de comer, el clima mediterráneo se hacía patente y el calor ya molestaba un poco.

Poco después, tras el Col Fang y el Col del Ram que tampoco estaban indicados, rápidamente apareció el que sería último puerto de esta aventura, el Col  Xatard (752 m).




Comenzaba el último descenso como tal, el cual se hacía un poco largo, porque además de las otras adversidades, el viento también hacía acto de presencia. Creo que hasta eché algo de menos la niebla del Aubisque.





La ruta nos dejaba un par de bellas estampas antes de comer en Cerèt (Francia).





Tarde: Cerèt – Cadaqués




Con las montañas dejadas atrás y otra experiencia vivida, nos aproximábamos a la costa mediterránea. Todavía no habíamos finalizado la ruta en sí. El ritual seguía pendiente.




Me habían recomendado visitar Collioure (Francia), y como quedaba de paso…





La verdad que es un pueblo precioso, pero con los cascos en la mano, el sudor recorriendo la espalda y la gran cantidad de gente que había, pues sería mejor volver en otra ocasión a visitarlo con calma. Es muy bonito lo poco que vimos.





Posteriormente, la D914 nos iba mostrando distintos lugares de la preciosa costa hasta llegar a Crebère (Francia).






En Cerbère debía concluir esa parte del viaje. Después de 37 puertos, lluvia, niebla, sol, calor, viento y  unos lugares impresionantes con paisajes espectaculares, llegaba la hora de “mezclar” el Mar Cantábrico con el Mar Mediterráneo. Transpirenaica finalizada.





Pero todavía nos faltaba recorrer la N-260 que nos llevaría por la fantástica costa gerundense, con sus innumerables curvas…





… las secundarias GI-612/613/614 que nos permitían atravesar el Parque Natural del Cap de Creus hasta llegar a Cadaqués (Gerona).





Una vez “hechos personas”, y como el hotel quedaba en la parte alta del pueblo, bajamos dando un paseo por sus estrechas calles hasta la zona marítima, donde nos relajamos merecidamente, cenamos y nos fuimos a descansar a la espera de la última jornada.







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