Mañana: Palencia – Ezcaray
Comenzaba un día con muchos
ingredientes. Si bien era una etapa de transición hacia el inicio de nuestra
principal aventura, el camino hacia Pamplona nos haría reencontrarnos con otra
pareja de amigos: Conchi y Jose.
Para ello, salíamos de
Palencia desconocedores de todo lo que
nos rodeaba ya que era la primera vez que visitábamos la zona. El tiempo estaba
un poco raro, incluso nos cayeron unas poquitas gotas, pero solamente
abandonando la ciudad.
Desde Palencia hasta Santo
Domingo de Silos (Burgos) no hay mucho que poder contar. Seguíamos circulando
por carreteras con extensas rectas rodeadas de campo de cultivo, que ya se
encontraban arados y el color marrón de la tierra aburre pronto.
Solamente destacar Torquemada
(Palencia), donde el Río Pisuerga se dejaba ver un poquito…
… y Lerma (Burgos), que una vez
íbamos entrando en el pueblo, nos sorprendía una enorme construcción en lo alto
del mismo. Resultó ser el Parador. Pueblo castizo que merecería haberlo
visitado con más tiempo.
En Santo Domingo de Silos no hay mucho que ver, exceptuando su famoso Monasterio. Como no somos
muy amigos de pararnos a ver este tipo de estructuras arquitectónicas,
decidíamos seguir la marcha para encontrarnos con los amigos.
Una vez dejado el Monasterio de
Silos atrás, nos llevamos la primera sorpresa del día. Circulando por la BU-910
nos disponíamos a atravesar el Desfiladero de Yecla, espacio natural con gran
biodiversidad, por el que fue un placer pasear en moto con el Río Mataviejas de
acompañante.
Salas de los Infantes (Burgos) se
encontraba a pocos kilómetros de allí, y no fue difícil llegar a la gasolinera
donde habíamos quedado. Tras un breve saludo y el repostaje correspondiente, les
explicamos cual era la ruta prevista. Como son conocedores de la zona, dijeron
que era una ruta excelente para disfrutar de la moto y comer en Ezcaray (La
Rioja), por lo que nos pusimos manos a la obra.
Comenzaba nuestro paso por la
Sierra de la Demanda circulando por la BU-825, que nos adentraría hasta casi el
corazón de la citada sierra, con el Río Pedroso como testigo en diversas partes
del camino.
Ya nos encontrábamos recorriendo
la BU-820 desde hacía un rato, disfrutando de la naturaleza que nos rodeaba,
hasta llegar a Pineda de la Sierra (Burgos).
A partir de allí, continuando por
la Sierra de la Demanda y de camino a Pradoluengo (Burgos), nos tocaba
contemplar dos grandes embalses: el de Arlanzón y el de Urquiza.
Esta vez la artillera prefirió
vídeo que fotos, así que os quedáis a la espera.
En Pradoluengo, tuvimos
que hacer una pequeña parada ya que el pueblo estaba en fiestas y la calle
principal que se utiliza para atravesar el pueblo estaba cortada por una
procesión. Pequeño descansillo y continuando…
Justo antes de llegar a la
Comunidad de La Rioja, la BU-811 nos despedía de Castilla - León de la mejor
manera posible, con un pequeño puerto con curvas muy bonito.
La Rioja nos recibía de la misma
manera que Burgos nos había despedido: carretera revirada la LR-111.
Poco después llegábamos a Ezcaray
(La Rioja), donde estaba previsto comer y disfrutar de la compañía que se había
sumado ligeramente a nuestra ruta nacional.
Tarde: Ezcaray – Pamplona
¡¡¡Qué rico estaba todo!!! Una comida
muy agradable gracias a nuestros anfitriones. Pero antes de que nos entrasen
ganas del deporte nacional (siesta), debíamos ponernos en marcha, cada uno
hacia su lado. Nos acompañaron hasta la salida del pueblo y volvíamos a
despedirnos en marcha. ¡¡¡UN PLACER!!!
La ruta vespertina no fue
demasiado significativa, y no por ello hemos de desmerecerla. Hasta Briones (La
Rioja) fue un mero trámite hasta sumergirnos entre el mar de viñedos típicos de
la zona.
A partir de allí, el paisaje se
convierte en mar de vides del cual salen gran cantidad de buenos caldos
existentes en nuestro país y las bodegas que se encargan de su
comercialización.
Una vez en la N-232a, los
paisajes siguen siendo los mismos descritos anteriormente…
… hasta que nos adentrábamos en
la Rioja Alavesa. Aunque la base del paisaje seguía siendo la misma, daba
sensación de haber pasado a la parte más rural del cultivo de la vid, donde las
extensiones de cultivo distribuían de diferente forma, siendo los límites de
los campos de cultivo más pequeños.
De manera que nos acercábamos a
Navarra, los viñedos iban desapareciendo para dejar sitio a otro tipo de
cultivos, de la misma manera que las montañas formadas por rocas se hacían más
presentes.
Con el pensamiento equivocado de
que el paisaje se iba a convertir en gris debido a la presencia de esas
montañas de roca, el mismo se convertía en un bosque verde frondoso poco a
poco, dejando atrás los diversos campos de cultivo, aunque la variedad
paisajística del Norte siempre te puede dar cualquier sorpresa.
Ya nos encontrábamos a poca
distancia de Pamplona (Navarra), circulando por la NA-700, la cual nos ofrecía
la parte más revirada de la jornada, dejándonos divisar a lo lejos la capital
navarra. Muy a lo lejos.
Resuelto un pequeño problema de
alojamiento que nos restó una media hora, nuestro camino ya estaba escrito
antes de iniciar el viaje. Rumbo a la Calle Estafeta, y primera parada en el
Bodegón Sarría, de donde ya no saldríamos hasta irnos a descansar, pero no sin
antes degustar una buena tapa de jamón 5J’s.
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